junio 14, 2018

El mundo nauseabundo de la ‘Internet profunda’

Las peores actividades de la Red se esconden bajo capas de anonimato que facilitan desde la compra de armas hasta la pedofilia Sigue leyendo

DEEP

Fotograma de una de las páginas de la ‘Internet profunda’.

Drogas, armas y munición, billetes falsos, pornografía infantil, licencias de conducir extranjeras y piratas informáticos por encargo. Apenas 15 minutos navegando han sido suficientes para llegar a los portales de su compra. Y estos son solo algunos ejemplos de lo todo lo que se puede encontrar en la Internet profunda, más conocida como la Deep web, el alcantarillado en el que se sumergen actividades repugnantes que no quieren ser descubiertas.

“Más del 90 % del Internet se encuentra aquí”, asegura Javier Pagés, director ejecutivo de Informática Forense. Su empresa colabora con la justicia para investigar casos en los que parte de las pruebas puedan encontrarse en al Red. Pero la fracción de los usuarios que navega “es muy pequeña”, afirma.

La mayoría de lo que hay en la Internet profunda es ilegal. Por esta razón, no se puede acceder con los buscadores comunes (Chrome, Firefox, etc.). Es necesario usar otras herramientas y protocolos. El sistema que más que se utiliza es TOR. Se creó en 2002 para ocultar la identidad del usuario. No deja rastro. Ni siquiera en el propio buscador. En vez de conectarse directamente con el servidor donde se venden los productos, se dan varios saltos de anonimato para evitar que se rastreen las actividades el usuario.

“La Internet profunda nació para facilitar la comunicación segura entre ciudadanos que convivían en regímenes totalitarios, donde las libertades estaban restringidas”, explica Pagés. Pero con el paso del tiempo esto ha cambiado. El informático muestra un mapa con las interacciones que se producen a ese nivel: casi todas las conexiones están entre Europa y Estados Unidos y no tienen nada que ver con la condición política de los ciudadanos.

Pagés mira su ordenador, pero está más pendiente de que quede claro todo lo que explica. Muestra una imagen en la pantalla. En la parte superior hay un iceberg donde se ven iconos de redes sociales. ”Es la parte pública, donde la mayoría de los usuarios navegan. Ahí todo está monitorizado, vigilado y deja huella”. Un poco más abajo está el agua: “Ahí empieza la Internet profunda”, señala. Y en la parte inferior está la Internet oscura (Dark Web). El informático plantea una comparación para que se entienda más fácil: “La Internet profunda es como si vas a la playa y quieres bucear. En el chiringuito te dan las gafas y puedes sumergirte unos metros, pero si quieres bajar más metros necesitas un tanque de oxígeno. Eso es la Internet oscura. Tiene más riesgo y te puedes encontrar de todo”.

Este último nivel es el refugio de las más variadas perversiones. “Encuentras desde pedofilia hasta zoofilia”, explica Pagés. “Y relacionadas con violencia existen páginas nazis, de suicidio, de acoso escolar, de organizaciones terroristas, de mafias, de delincuencia organizada, de sicarios… También compra y venta de múltiples clases de virus”, agrega.

Viaje a la ‘Internet profunda’

La persona que accede a la Internet profunda se adentra en un territorio peligroso y, por lo tanto, corre más riesgo de recibir virus. Muchos de ellos con el objetivo de monitorizar el equipo de usuario y espiar a la persona. “Una técnica común es insertar un software de espionaje en una imagen que te descargas al entrar en la página. Solo al navegar estás expuesto a recibir troyanos. En las páginas porno, 8 de cada 10 vídeos tienen virus”, calcula Pagés.

El informático teclea “Lolitas” en el buscador. Aparecen imágenes pornográficas de todo tipo. Sin ninguna censura. Parecen jóvenes. “Esto ya no lo encuentras así de directo. Hace 10 años sí», dice Pagés, «pero hoy en día tienes que meterte en páginas porno para hallar esto». Un estudio de 2014 elaborado por la Universidad de Portsmouth concluía que el 80 % del tráfico en la Internet profunda estaba relacionado con pornografía infantil.

A continuación se proyecta un catálogo en la pantalla. Es la Wiki Oculta. Ofrece todo tipo de páginas, divididas en categorías. Una especie de índice. La mayor parte de los enlaces funcionan en ciertos momentos del día, otros son falsos e incluso cebos de las autoridades. “Ninguna ofrece garantías”, advierte Pagés. En la sección económica, el informático explica que muchas se dedican a transferir grandes cantidades de dinero sin que se informe a Hacienda. “No avisan a nadie, no dejan huella”, insiste.

Un poco más abajo hay una página en la que se puede comprar dinero falso. Por 400 dólares, que en euros son 346 y en bitcoins 0.043, se pueden adquirir 25 billetes de 50 dólares (43 euros). “Todos los pagos aquí se hacen con criptomonedas”, aclara.

En el índice de “Servicios comerciales del Mercado” destaca la palabra pistolas. Ofrece varios tipos. Una Glock 19 cuesta 500 libras (574 euros) y una Walther P99, 650 (756 euros). También venden munición. Y pone a disposición de los usuarios licencias de conducir falsas de Estados Unidos por 200 dólares.

Todas las páginas que abre Pagés tienen la misma plantilla. “No invierten en estética. Tienen que ser fáciles, ligeras. Su objetivo no es que sean atractivas.”, explica.

El informático muestra la cantidad y variedad de drogas que se pueden encontrar: cocaína, anfetamina, cristal, éxtasis, psicodélicos, mescalina, ketamina… Y los fármacos sin prescripción aparecen justo debajo. Hay Viagra, Xanax y Oxicodona, entre otros. Y, por último, Pagés se mete en la página de un pirata informático. Arriba se lee: “Usted solo pagará por los trabajos que realice con éxito. Si no puedo conseguirlo le devuelvo el dinero. Tenga en cuenta que depende de lo que quiera, algunas cosas llevarán más tiempo y requerirán un pago adicional. Pero solo después de que muestre el éxito de mi trabajo”. Intervenir un correo o una cuenta de Facebook son 250 euros. El espionaje de páginas web alcanza el precio de 500.

Pagés ha navegado 15 minutos por la Internet profunda. En algunos países esto puede ser delito y cuesta penas de cárcel e incluso de muerte. “Lo más peligroso de bucear por estas aguas», explica el informático, «es la sensación de que es muy fácil y seguro, cuando a la gente que no está preparada le puede causar un problema muy serio. Va a entrar en un submundo que es, cuanto menos, escabroso”.

  • Texto: MARIO JARAMILLO SAMPER Y LUIS ALMODOVAR (EL PAÌS)
  • Foto:
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN