enero 17, 2019

«La gente no le da pelota a la policía»

Alejandro Antón: titular del Instituto Universitario de Seguridad Pública de Mendoza Sigue leyendo

– Al leer la ley provincial 6722 que regula cómo debe actuar un policía de Mendoza… más el artículo 34 del Código Penal de la Nación… da la sensación de que el policía provincial tiene pocas chances reales de estar acompañado de la ley, a la hora de dispararle a un delincuente. ¿Cuándo puede hacerlo, realmente?

– Cada caso es distinto. Cada resolución de un hecho violento por medio del uso de un arma de fuego, es una situación diferente. A veces me preguntan… «¿Cuándo le puede tirar por la espalda?» Y… las persecuciones no son todas iguales. El policía tiene un margen determinado para disparar, sin ser procesado. Entiendo que el protocolo de acción que dictó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich es eso… un reglamento… un marco… por encima de eso está hecho el Código Penal vigente. Interpreto que han querido homologar las actuaciones de fuerzas de seguridad que tienen misiones y realidades distintas, comparadas con 30 años atrás. De paso, el protocolo de Bullrich está sujeto a los deberes de funcionario que recomienda el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Es el marco de la «legítima defensa».

– Pero eso es muy amplio…

– ¡Por supuesto! Ese dilema, de cuándo tirar o no, lo discutimos desde hace unos años en el Instituto de Seguridad Pública. Hicimos un departamento de «Legítima Defensa», en el que trabajamos con videos. Los especialistas dicen que puede haber hasta 40 variantes distintas en un ataque. Una persona que huye puede girar en menos de medio segundo y dispararle a un policía… entonces cuando el uniformado reacciona le pega en la espalda, o en el hombro. Esto pasó en Mendoza en el «Caso Colilaf», del que fui perito. Un policía que peleó en Alvear con un delincuente intoxicado que estaba armado con un cinturón en una mano y un cuchillo en la otra. La pelea fue corta y a muy poca distancia. El policía disparó una sola vez y la bala entró por la espalda porque el atacante no paraba de moverse. Entonces… ¿El policía puede disparar por la espalda? Y… depende… A Colilaf lo absolvieron luego de un juicio de cuatro años.

– ¿Se puede disparar, entonces, en una persecución?

– No. No hay que tirar, porque es muy probable que el policía escape el tiro. La distancia del combate policial es de siete u ocho metros. En un polígono de práctica, a un blanco, a esa distancia no le pegan. Imaginen a una persona en movimiento. Lleva entrenamiento pegarle un tiro al blanco, a una hoja de papel. El alumno policial, cuando tira, no pega. Empieza a acertar después, incluso con blancos en movimiento. Pero lleva mucho entrenamiento. Tampoco se asemeja a la realidad, en la que el «blanco» te puede estar disparando. Es muy difícil disparar y acertar en movimiento en un combate. A veces es necesario, porque hay que interrumpir la acción de un delincuente que pone en peligro a terceros o al policía.

– A ver… Si el delincuente no representa peligro, el policía no le tiene que disparar… así vaya huyendo con una Itaka en la mano…

– Si no representa peligro, no hay que disparar. Es preferible un delincuente libre, que un inocente muerto. ¿Puede disparar el policía? Y si, puede equivocarse y disparar… y será homicidio simple… o culposo… exceso en la legítima defensa… algo… La recomendación es la del artículo 34 del Código Penal… Agresión injusta, falta de provocación suficiente y proporcionalidad de los medios en la legítima defensa.

– Ya que lo menciona… el protocolo de Bullrich, el Código Penal hablan de la «falta de provocación suficiente». ¿Qué es?

– Es muy común en las peleas de tránsito. Por ejemplo, hay una discusión, alguien se baja del auto a insultar, amenazante, y el otro saca un arma y lo mata. ¿Es legítima defensa? No, porque además había una discusión previa.

– ¿Y la «proporcionalidad»?

– Es uno de los dilemas… pasa por ejemplo con la pelea contra una persona que tiene un cuchillo. En la corta distancia, el cuerpo a cuerpo, el cuchillo puede ser más letal que la pistola del policía, que tiene que sacarla, colocar la bala en la recámara, dar la voz de alto… Una persona puede dar centenares de puñaladas en segundos… Con la penetración del arma de fuego del policía, es probable que el delincuente finalmente muera… pero va a tardar cinco o siete minutos, y va a seguir peleando y apuñalando. Este es el caso arquetípico. ¿Hay «proporcionalidad» ente el arma de fuego y el cuchillo? ¿Cuándo le debe disparar el policía? Otra vez, cuando existe el peligro de vida.

– ¿Entonces, el policía que es atacado con cuchillo debe disparar a la cabeza?

– ¡Sí! Porque debe hacer que el delincuente cese en su actividad, que le puede causar la muerte a él o a otros. Pero siempre hay discusión. Hace poco se lo explicamos a un juez… que nos decía «¡Cómo a la cabeza!» La realidad, es que resolver una situación es extremadamente complejo. Y la única protección es el entrenamiento. Lo del protocolo no tiene nada de malo. Y me llama la atención la liviandad y la falta de información con que lo han tratado los periodistas porteños. Me parece una simplificación irresponsable decir «siempre hay que tirar» o «nunca hay que tirar».

– ¿Entonces, cómo y cuándo se hace?

– Ojalá hubiese una tabla «opción 1, tiro» y «opción 2, no tiro». Pero no es así. Las situaciones son muy complejas y dinámicas.

– ¿Cómo resuelve el policía mendocino que debe resolver discrecionalmente, cuándo tirar?

– Es la pregunta clave, porque aquí es cuando interviene el problema cultural…. El policía dice «Alto, las manos y la cara contra la pared» Y el delincuente contesta… «Vení, agarrame vos y poneme contra la pared…» Y lo insulta. ¿Qué hace el policía? ¿Saca el arma? ¿Sabe si el delincuente está armado o no? ¿Sabe usted las veces, que el policía sacó el arma y la alimentó, y luego fue procesado por apremios? Acá, la gente no le da pelota a la policía. Hay un orden operativo. El número «uno» es la persuasión, por medio de la imagen, de la voz, de la presencia del policía. Número «dos», el requerimiento. El policía tiene que tener llena su «caja de herramientas». Si vos mirás al policía de Estados Unidos, parecen Batman. En su cinturón tienen la pistola Taser, la 9 mm, las esposas, la tonfa, el bastón extensible, los precintos… Todo, para cada caso. Pero aquí, tiempo atrás me ha pasado de encontrar a un policía en el cine, en Palmares, y tiene la 9 mm y no tiene las esposas… en el cine… ¿Cómo hace para detener a una persona? Encima, con una funda que le pegás un cachetón y el arma se puede caer y tirar un tiro… ¡En Palmares! Al policía lo tenés que entrenar mucho para que haga lo correcto.

– Supongamos que vienen unos chicos corriendo… sospechosos, el bicipolicía los alcanza, los para, da la orden «contra la pared», los pibes insultan… y no se dejan reducir… ¿Qué hace el policía?

– Hay técnicas para reducir… que no quiere decir pelear, sino inmovilizar…a ver… supongamos que el policía debe reducir a una persona de más de 90 kilos… lo va a golpear, le va a romper el pómulo, o la nariz, o una costilla, y el sospechoso va a seguir peleando. Hay técnicas de defensa personal para ello. Es casi imposible que una persona pueda ser reducida por un solo policía. Lo que hay que hacer primero, es el «derribo» traumático. Pero no se saca el bastón ni el arma, ni se golpea. Porque si le das un bastonazo en la cabeza y lo herís, cuando llegás a la comisaría y el fiscal interroga, quedás procesado. El fiscal dice «este señor tiene partido el cráneo… ¿qué hizo?» Y por ahí le contestan «No quiso entrar al móvil» Bueno, eso es una locura. Al policía lo procesan, le quitan el arma, pasa a pasiva. El protocolo de actuación está bueno, pero es muy genérico. Es muy difícil para el policía resolver, sin caer en errores, exceso en la legítima defensa, por ejemplo.

– Es una locura… ¿Qué policía va a querer frenar a un delincuente?

– Bueno… eso es lo que pasa… nosotros tenemos que darle al policía, garantías. Y la única manera es el ejercicio y la simulación. ¿Cuál es el policía que tiene más problemas? ¿El del GES? No. El de la calle. El que me paró abajo y me dijo «Cómo le va, profe…». Ese tipo está solo, desde la mañana, va a estar mañana también… tiene un arma… se tomó el café en la plaza… tiene que salir de raje a resolver una situación, no hay entrada en calor, y tiene que tirar o reducir a alguien… y está solo. Preparar un militar, un agente de seguridad privada, un policía de elite, es lo más fácil del mundo. El problema es el otro policía. El protocolo está bueno como guía. Pero me preocupa que nadie habla de la capacitación que necesita el policía.

– ¿El policía mendocino tiene miedo de disparar?

– Creo que sí. Es un ser humano. Hay una película errónea que tiene la gente. Hay estrés postraumático de un policía que tira y mata. En Estados Unidos, el policía que mata es apartado. Y acá también.

– ¿Es más peligroso el delincuente armado… que no es «profesional»?

– Hay un psicólogo llamado Gabriel Kessler que acuñó el término «delincuente amateur». Ese es el peligroso. Vos te das cuenta en el lenguaje corporal. El amateur te pone el arma en la cabeza. Como en las fotos de Facebook que suben los delincuentes, con el dedo en la cola del disparador. Eso es bien de amateur. El dedo no va ahí. El profesional te pone la mano por delante, y el arma atrás para que no se la quites. Hay un estudio que se hizo con jóvenes que mataron… sus características. Y… manejan unas 300 palabras… sufrieron violencia intrafamiliar… hogares destruidos… les pegaban el padre, la madre, el tío, el abuelo, el hermano… desnutrición intrauterina… Acá hubo muchos casos así… el crimen de la maestra Claudia Oroná, el de Laura Abonassar, el de Carlos Verdasco, de Puro Mármol. El delincuente amateur es mucho más difícil de manejar. Es el que te dispara, pobrecito… compró o alquiló un arma a lo mejor en el momento, no sabe ni siquiera si funciona o no la sabe usar… La sociedad ha ido mutando y generando este tipo de delincuentes, y el policía debe estar a la altura.

– ¿Qué les dijo a sus alumnos respecto del Caso Chocobar?

– Nada… porque está judicializado… porque falta información sobre lo que realmente pasó… en el video se ve poco y nada… A ver… yo les muestro un video de «legítima defensa» y vos decís «Es ejecución», pero luego ves dos cámaras más, y decís… «…pero cómo no le metió 50 balazos más». Un puño viaja a 10 metros por segundo. Una persona puede meter 10 puñaladas en un segundo. Por eso a veces hay personas que mueren de 14, 20 o 30 puñaladas, que se las dieron en «nada». Ver que un policía le dispara a una persona en el piso, es tremendo. Ahora, hay que ver el contexto. La película completa. Porque cuál es el Plan B. Qué otra cosa puede hacer. ¿Corre? A veces la gente dice «estaba el policía acá y no corrió». Y el policía va a decir que lo corre, y no le puede hacer nada. Es una discusión permanente en los seminarios.

– Trabajan con casos concretos…

– Claro, pero a veces se transforma en una catarsis, donde el policía, nosotros, el fiscal, todos cuentan su anécdota. El dilema es «si disparás vas preso, y si no lo hacés, te matan». En los seminarios no ponemos calificación, porque genera miedo de actuar. El debate siempre es «tiro o no tiro». Y el policía por ahí te dice «no tiro» pensando en los problemas, o te dice «pero tiene un bate» o un caño de esos de gas… galvanizados… y con eso te puede partir la cabeza. ¿Cómo lo enfrento? Tenés que tener la forma de que deje de actuar. A veces te dicen «¿Y si me pega?» Y bueno, vos elegiste ser policía. La idea es que el policía se sienta seguro y sepa qué tiene que hacer. No hay falta de protocolos. Lo que hay es falta de capacitación. Si en tu «caja de herramientas» hay sólo un martillo, para vos los problemas sólo van a tener forma de clavo, y vas a resolver todo a martillazos. Lo más importante es poder resolver el «escenario de riesgo», que además, es dinámico.

 

  • Texto: MENDOZAPOST.COM
  • Foto:
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN