diciembre 26, 2017

“Las redes sociales están desgarrando a la sociedad”

Chamath Palihapitiya lamenta haber participado en la construcción de herramientas que destruyen el tejido social Sigue leyendo

Chamath Palihapitiya, durante el foro de la Escuela de Negocios de Stanford el pasado 10 de noviembre.

Un antiguo alto ejecutivo de Facebook ha entonado el mea culpa por su contribución al desarrollo de unas herramientas que, a su juicio «están desgarrando el tejido social». Chamath Palihapitiya, que trabajó en la compañía de Mark Zuckerberg de 2007 a 2011 y que llegó a ser su vicepresidente de crecimiento de usuarios, opina que «los ciclos de retroalimentación a corto plazo impulsados por la dopamina que hemos creado están destruyendo el funcionamiento de la sociedad. Sin discursos civiles, sin cooperación, con desinformación, con falsedad».

Palihapitiya hizo estas declaraciones sobre la adicción a las redes sociales y sus efectos en un foro de la Escuela de Negocios de Stanford el pasado 10 de noviembre, pero la web de tecnología The Verge las ha recogido este lunes y, a tras ella, diarios como The GuardianPalihapitiya, que en su día trabajó para aumentar el número de personas que usan las redes sociales, recomendó a su audiencia que se tomara un «descanso» en su uso.

Aclaró que no hablaba solo de Estados Unidos y de las campañas de intoxicación rusas en Facebook. «Es un problema global. Está erosionando las bases fundamentales de cómo las personas se comportan ante sí y entre ellas», subrayó, para añadir que siente «una gran culpa» por haber trabajado en Facebook. Habló de cómo las interacciones humanas se están limitando a corazones y pulgares hacia arriba y de cómo las redes sociales han conducido a una grave falta falta de «discurso civil», a la desinformación y a la falsedad.

En la charla, Palihapitiya, ahora fundador y CEO de Social Capital, desde la que financia a compañías de sectores como la salud y la educación, se declaró una especie de objetor de conciencia del uso de redes sociales y anunció que quiere usar el dinero que ganó en Facebook para hacer el bien en el mundo. «No puedo controlar [a Facebook] pero sí puedo controlar mi decisión, que es que no usar esa mierda. También puedo controlar las decisiones de mis hijos, que no pueden usar esa mierda», declaró, para aclarar que no se ha borrado del todo de las redes pero que sí trata de usarlas lo menos posible.

El ex alto cargo de Facebook alertó de que los comportamientos de las personas están siendo programados sin que se den cuenta. «Ahora tienes que decidir a cuánto vas a renunciar», añadió. Palihapitiya hizo referencia a lo sucedido en el Estado indio de Jharkhand le pasado mayo, cuando unos mensajes falsos de WhatsApp sobre la presencia de supuestos secuestradores de niños acabaron con el linchamiento de siete personas inocentes. «A esto nos enfrentamos», criticó Palihapitiya, que añadió que este caso «llevado al extremo» implica que unos delincuentes «puedan manipular a grandes grupos de personas para que hagan lo que ellos quieran».

Pero Palihapitiya no solo censuró los efectos de las redes en cómo funciona la sociedad, sino todo el sistema de funcionamiento de Silicon Valley. A su juicio, los inversores inyectan dinero en «empresas estúpidas, inútiles e idiotas», en lugar de abordar problemas reales como el cambio climático y las enfermedades curables.

Las críticas de Palihapitiya a las redes se suman a las del primer presidente de Facebook, Sean Parker, que censuró la forma en que la compañía «explota una vulnerabilidad en psicología humana» al crear un «ciclo de retroalimentación de validación social». Además, un exgerente de producto de la empresa, Antonio García-Martínez, acusó a Facebook de mentir sobre su capacidad para influir en las personas en función de los datos que recaba sobre ellos, y escribió un libro, Chaos Monkeys, sobre su trabajo en la empresa. En el último año se ha producido una creciente preocupación por el poder de Facebook, su papel en las elecciones estadounidenses y su capacidad para amplificar noticias falsas.

  • Texto: EL PAÍS
  • Foto:
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN