septiembre 18, 2017

Los servicios de inteligencia egipcios toman el control de los medios

No quedan versos sueltos en los medios de comunicación egipcios. Al cierre de las tribunas opositoras, la confiscación de publicaciones y el arresto de los periodistas incómodos se suma ahora la cascada reciente de compras de canales de televisión y periódicos, firmadas por magnates afines al régimen y los servicios de inteligencia. «Hace dos años pensábamos que lo habíamos visto todo. Ya entonces la libertad de prensa en Egipto era catastrófica. Hoy solo podemos decir que se han traspasado todos los límites. Ni siquiera los medios cercanos al régimen están a salvo», denuncia a EL MUNDO Gamal Eid, director de la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos.

Este último verano ha sido una época especialmente dramática. A finales de agosto Al Hayat -una televisión establecida en 2008 por Sayed el Badawi, actual presidente del partido Al Wafd y partidario del presidente egipcio Abdelfatah al Sisi- cambió de dueño en una transacción totalmente opaca. Según la prensa local, el nuevo propietario es Falcon, una empresa de seguridad privada dirigida por un oficial retirado de la inteligencia militar. La venta se rubricó después de que los diputados de Al Wafd rechazaran la polémica cesión de dos islas del mar Rojo a Arabia Saudí y de la suspensión de las emisiones del canal, asfixiado por la repentina demanda de las autoridades de abonar una serie de impagos.

No se trata del único movimiento que ha sacudido el sector. En el último año Ahmed Abu Hashima, un multimillonario próximo a la mujabarat (servicios de inteligencia), ha adquirido ONTV, Al Nahar y CBC -tres de las principales televisiones privadas del país- y los rotativos Al Yum al SabaaSut al UmmaAin Dot MasrDesde entonces las intimidaciones, las amenazas y los despidos reinan en sus redacciones. «Estos nuevos empresarios interesados en comprar medios son una fachada de las agencias de seguridad con el propósito último de hacer desaparecer las opiniones de la disidencia y evitar que se publiquen informaciones sin el consentimiento previo de la inteligencia», admite Eid, uno de los contados activistas que resisten en mitad de un paisaje desolador.

Hace una semana la última víctima de la caza emprendida por el régimen egipcio fue Al Bawaba, una publicación dirigida por un diputado vinculado a los servicios secretos. El número fue confiscado por un reportaje que denunciaba la huida del ministro del Interior en tiempos de Hosni Mubarak, Habib al Adli, a pesar de hallarse bajo arresto domiciliario. Poco después, el editor tuvo que disculparse públicamente y proclamar su lealtad a Al Sisi, que encara los últimos nueve meses de su primer mandato presidencial. En agosto, además, se esfumó el rastro de Abdalá Rashad, un reportero de Al Bawaba.

Fuentes de seguridad reconocieron a la cabecera la detención del periodista. La nacionalización emprendida por las autoridades también ha afectado a cuatro publicaciones independientes, los diarios Daily News Egypt y Borsa y los portales web Masr al Arabiya y Cairo Portal. Las empresas, hasta ahora privadas, han sido expropiadas y transferidas al rotativo estatal Ajbar al Yum sin una investigación judicial previa por supuestos vínculos con los Hermanos Musulmanes.

La llegada a palacio de Al Sisi, tras el golpe de Estado de 2013, ha dejado bajo mínimos la libertad de expresión. Según la clasificación anual de Reporteros Sin Fronteras, la situación en Egipto supera a la que padece el gremio en Turquía o Venezuela. Ocupa el puesto 161 de 180 países. Desde mayo El Cairo ha bloqueado el acceso a 431 páginas webs, entre ellas, una extensa lista de medios locales e internacionales sin proporcionar explicaciones públicas.

  • Texto: FRANCISCO CARRIÓN (EL MUNDO)
  • Foto: REUTERS
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