febrero 12, 2018

Macri-Moyano, la batalla definitiva que marca el futuro de Argentina

Fueron aliados durante años, pero el presidente y el sindicalista más poderoso se han declarado la guerra. Moyano juega a todo o nada porque se juega la cárcel Sigue leyendo

HUGO

Hugo Moyano (centro) en rueda de prensa en la CGT este miércoles

Las batallas políticas en Argentina se libran en campo abierto, sin medias tintas. Perder implica casi siempre acabar en la cárcel. Nadie sabe más de esas guerras que Hugo Moyano, el histórico líder de los camioneros que se ha enfrentado en algún momento a todos los gobiernos democráticos. Admirador declarado de Jimmy Hoffa, jefe de los camioneros de EEUU conocido por sus vínculos con la mafia, cuyo cadáver nunca fue encontrado después de su misteriosa desaparición en 1975, Moyano siempre ha sabido utilizar su capacidad de paralizar el país como elemento disuasorio para los políticos que pretendían acabar con él.

Nadie se animó a llegar al final, a pesar de que las sospechas sobre su enriquecimiento ilícito recorren hace años todos los despachos del poder argentino. Muchos amagaban con la embestida final contra el todopoderoso Moyano y su clan, pero el líder camionero siempre se libraba. La justicia no le molestó ni siquiera cuando su tesorero, Abel Beroiz, murió asesinado en un crimen de claro corte mafioso que los jueces atribuyeron a una guerra interna en el sindicato.

Pero esta vez parece diferente. Moyano está a punto de caer precisamente a manos del que fue su gran aliado en los últimos años, Mauricio Macri. Cuando el presidente era alcalde de Buenos Aires, Moyano pactaba todo con él y juntos peleaban contra Cristina Fernández de Kirchner. Cuando Macri llegó a la Casa Rosada, Moyano fue una de las primeras personas a las que recibió. Ahora la guerra es total entre ellos, y muchos analistas apuestan por primera vez al final del todopoderoso sindicalista, capaz de sobrevivir a seis presidentes.

Los macristas creen que esta vez es posible acabar con Moyano porque, dicen, está más solo que nunca y los indicios que maneja la justicia, proporcionados por el Gobierno y sus responsables de Hacienda, son mucho más sólidos que otras veces. Los jueces ya han encarcelado a varios sindicalistas, algo inusual en Argentina, pero Moyano es la pieza mayor, y verlo entre rejas sería una conmoción para todos de consecuencias imprevisibles. Nadie descarta un pacto de última hora entre los dos, habitual en Argentina, pero el tono no parece conciliador. «Si voy preso, que sea en la celda de al lado de padre de Macri», clama Moyano. «Creo que les queda poco tiempo. La gente ya está convencida de que este gobierno está fracasando y no tiene respuesta», remata. «Es la línea de una amenaza mafiosa, es un accionar que repudiamos profundamente como demócratas y como deberían repudiar todos los sectores políticos de este país», le contesta Marcos Peña, mano derecha de Macri. A ninguno de los dos se les puede reprochar que no hablen claro.

En el Gobierno admiten que el líder camionero puede parar el país. Su hijo Pablo en una reciente entrevista en EL PAÍS, aseguraba que su padre «admira a Hoffa pero no acabará como él» y que «sería un orgullo que este Gobierno gorila [antiperonista] nos lleve presos», pero sobre todo recordaba que no solo controlan los camiones, también el movimiento de dinero, los peajes, el transporte de combustible, y casi cualquier cosa que vaya a ruedas. «Si Camioneros para no se mueve una tapa de gaseosa», se ufanaba Pablo. Pero incluso eso tiene un límite, dicen en el Ejecutivo. «Pueden parar una semana, 10 días, ¿y el día 11? Nadie le va a seguir si el único objetivo real es salvarse de la cárcel», asegura un miembro del Gobierno.

Los peronistas tienen frases redondas para todo, y esta situación no es una excepción: «los peronistas acompañamos a nuestros dirigentes hasta la puerta del cementerio, pero difícilmente entramos», suelen decir. Esto es, si lo ven acabado, los suyos le dejarán caer. «Los demás sindicatos no le siguen porque ven que solo está peleando por sus intereses. Incluso dentro de su sindicato hay gente que llegado el momento no va a querer acompañarle a la cárcel», remata el miembro del Ejecutivo macrista, que ya se está preparando para la batalla final. De momento Moyano solo ha convocado una movilización masiva, para ver quién le sigue. Pero la batalla final es inminente.

El Gobierno y algunos jueces creen que esta vez ha llegado el momento, y están acorralando a Moyano. Ya ha caído su guardaespaldas de toda la vida, el polaco Petrov, que intentó evitar su detención tiroteando a la policía, y el Bebote Álvarez, jefe de la barrabrava de Independiente, el equipo que preside. Moyano no solo es un sindicalista poderoso, con los años se ha convertido en un empresario con intereses fuertes. Y ahora está en riesgo la empresa clave de su conglomerado, OCA, el correo privado. Ahí el Gobierno le tiene atrapado porque puede ejecutar la enorme deuda que tiene con el Estado.

Macri por tanto tiene todas las de ganar, aunque Moyano siempre ha logrado vencer a todos los presidentes que intentaron destruirlo, incluida la todopoderosa Cristina Fernández de Kirchner. Ahora incluso parece dispuesto a aliarse con ella, su enemiga eterna, para frenar a Macri. En el peronismo no existen los enemigos irreconciliables. Las rivalidades son tan pasajeras como las alianzas. El fallecido Julio Grondona, patrón del fútbol argentino durante 35 años, se hizo un anillo con la frase que marcó su carrera y que parece estar en la cabeza de Moyano: «Todo pasa».

Algunos creen que quedará en nada, pero la batalla entre Macri y Moyano parece definitiva y clave, porque marca el futuro de Argentina, un país en el que el pulso constante entre los sindicalistas y el Gobierno lo marca todo, sobre todo cuando quien está en el poder no es peronista. Los sindicatos contribuyeron decisivamente a la caída de los radicales Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa. Macri ya ha dejado muy claro que no acabará como ellos, e incluso ha eliminado el helipuerto que tenía la Casa Rosada en el techo para diluir esa imagen soñada por sus enemigos de verlo huir como a De la Rúa. Pero al presidente no le basta con sobrevivir. Necesita tomar decisiones económicas fuertes para bajar los costes de Argentina. Y Moyano es uno de los principales obstáculos para lograrlo. Por eso todos en el país austral están pendientes de esta batalla que marcará el paso de todas las demás.

  • Texto: CARLOS E. CUÉ (EL PAÍS)
  • Foto: TELAM
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