junio 12, 2019

“Una buena foto debe contar sentimientos”

William Klein: El gran autor, célebre por retratar Nueva York en toda su crudeza en los cincuenta, es objeto de una retrospectiva Sigue leyendo

El pistolero está en la ciudad. William Klein, uno de los fotógrafos más grandes de la historia, el que puso patas arriba el arte de la imagen con sus crudas instantáneas callejeras de Nueva York, es objeto de una retrospectiva en la Fundación Telefónica, de Madrid, en la que pueden verse unas 250 de sus obras entre fotografías, pinturas, películas, libros… Todas las vidas creativas de este neoyorquino de 91 años, que prefiere hablar en francés -se instaló en París en 1947-, se reúnen en la exposición Manifiesto, dentro del festival PHotoEspaña, hasta el 22 de septiembre. En su breve estancia en Madrid acudió ayer a la inauguración de la muestra, ha concedido pocas entrevistas y hoy, sábado, firmará ejemplares de su nuevo libro, Celebration, en el Botánico de Madrid. Con fama de ser algo complicado en el cara a cara, Klein recibe en la terraza de un hotel de la Gran Vía, con barba de tres días, camisa azul con rayas blancas y jersey.

Pregunta. Ha dicho alguna vez que una buena fotografía debe ser como un puñetazo. ¿Puede serlo también si es algo delicado?

Respuesta. Yo no he dicho eso…

P. ¿Qué van a encontrarse quienes acudan a su exposición?

R. Lo que quieran ver… Picasso explicaba que el Guernica no era una declaración, ni siquiera una posición ante algo, sino lo que la gente decida qué es. Del mismo modo, mi exposición no es una fotografía, es un conjunto de lo que llevo dentro y he intentado expresar.

P. Su libro más célebre es el revolucionario Life is Good and Good for You in New York: Trance Witness Rebels (1956), en el que retrató a los neoyorquinos. ¿Cómo se movía entre el gentío?

R. Tenía la sensación en ese momento de que la ciudad de Nueva York explosionaba ante mí y que toda esa gente, ese movimiento, venía hacía mí. Al verlo podía utilizarlo para fotografiar porque me transmitía emociones, sentimientos. Para mí, todo son sentimientos.

P. Esas mujeres, niños o miembros de comunidades antes apenas fotografiados, ¿les decía algo, les hacía posar?

R. Ambas cosas. Era una combinación de posados y de robados.

P. Luego fotografió, como puede verse en la exposición, las calles de Roma, Moscú, Tokio… ¿qué diferencia hay entre el ambiente de aquellas ciudades y el que ve hoy?

R. Hay una muy grande, hoy la gente está muy acostumbrada a que les fotografíen en la calle. Sin embargo, cuando yo lo hacía, se sorprendían de que estuviera ahí y me pegara tanto a ellos. Las emociones me inspiraban. A la vez, iba planificando, tenía mis ideas, creaba en mi cabeza cómo iba a maquetarlo, a prepararlo todo, pensaba en un conjunto…

William Klein muestra su lado más bromista, toma la mano de la traductora presente en la entrevista y le escribe con un rotulador «I love you».

P. De las distintas disciplinas que ha practicado, ¿cuál le ha llenado más?

R. Todo es lo mismo…

Alguien le avisa de que Rafa Nadal acaba de derrotar a Federer en Roland Garros (en tres sets) y que se ha clasificado para la final. ¿Ha pasado Nadal?, pregunta.

P. ¿Le gusta el tenis?

R. Sí, solía jugar…

P. De todos los tenistas que ha visto, ¿cuál es el mejor?

R. Federer [se ríe].

P. Usted nació en Nueva York, pero es ciudadano francés. ¿Cómo vivió la llegada al poder de Trump?

R. ¡Es un escándalo! No sé si será reelegido.

P. ¿Qué consejo le daría a un joven fotógrafo que empiece?

R. Que se case con una mujer rica…

P. ¿Es un consejo solo para fotógrafos?

R. Para todos, excepto para las mujeres.

P. Dígame qué es una buena foto.

R. Algo que me cuente algo.

P. Y qué debe contar.

R. Sentimientos.

P. Cuando ve su obra expuesta, qué sensación le produce.

R. Estoy muy contento, satisfecho, porque veo todos los elementos que me embargaron cuando creaba un proyecto. Y las personas pueden contemplar lo que yo había visto antes  en mi cabeza.

P. Para terminar, dígame si dijo esta frase o también estoy equivocado: «Hay que filmar las bodas como manifestaciones y las manifestaciones como bodas.

R. ¿Yo dije eso? Bueno, no digo que haya que hacerlo de esa manera… pero yo sí lo he hecho así.

CONTACTOS PINTADOS

La exposición Manifiesto, en la Fundación Telefónica, no comienza precisamente con fotos, sino con los cuadros abstractos y naturalezas  muertas que William Klein pintó a finales de los años cuarenta, con títulos como Cuadrados movidos o Bolas negras rodando.

Después llegan las fotos de Nueva York, «las que hizo cuando se echó a la calle con un gran angular y acercándose a la gente», dijo ayer la comisaria, Raphaëlle Stopin. Son imágenes desenfocadas, planos cortados, como la icónica 4 cabezas, en la que, dijo, se representaba a la perfección la ciudad neoyorquina, porque había «un judío, un afroamericano, un irlandés y un latino». Tras las imágenes de Roma, Moscú y Tokio, se llega a los contactos que pintó, en colores muy vivos, en los años noventa.

El último apartado es para su trabajo sobre moda. «Sacó a las modelos a las calles, era un tema que, a la vez, le incomodaba y le divertía, pero también fue original, al utilizar espejos para sacar múltiples perspectivas de las modelos», explicó Stopin.

  • Texto: MANUEL MORALES (EL PAÍS)
  • Foto: CARLOS ROSILLO
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