marzo 1, 2017
«Argentina se está poniendo de pie tras el despilfarro y la corrupción»
El presidente promete leyes contra el conflicto de intereses de su familia durante una tensa sesión en el Congreso que arranca el año polÃtico Sigue leyendo
Mauricio Macri saluda a su ingreso al Parlamento, antes del discurso con el que abrió el año legislativo.
Hay dÃas en los que parece que Mauricio Macri se olvidara de que el paÃs que gobierna se llama Argentina. El presidente acudió al Congreso para abrir las sesiones, la única vez que se dirige a las Cámaras en todo el año, con un discurso casi zen sobre la «inmensa red afectiva que es un paÃs» y la necesidad de «trabajar unidos y creer que somos la generación que vino a cambiar la historia». Pero poco a poco, en una sesión cada vez más tensa, entre pancartas y gritos de la oposición y de los oficialistas, que se acusaban mutuamente de corruptos, Macri fue subiendo su tono. Y ahà se acordó de que el paÃs que gobierna se sigue llamando Argentina, donde la batalla polÃtica es encarnizada, y acabó a los gritos, al ataque contra el kirchnerismo y pidiendo a los suyos resistencia.»Argentina se está poniendo de pie después de una década de despilfarro y corrupción. No escuchemos las voces de quienes nos quieren derribar».
Argentina vive un momento polÃtico especial. Por un lado, Macri viene de un exitoso viaje a España, aplaudido por los empresarios extranjeros, y reconocido por la comunidad internacional como el hombre que devolvió Argentina a la ortodoxia. Además, la economÃa empieza a tener los primeros datos positivos después de un año durÃsimo. Pero a la vez, Macri ha sufrido un desgaste muy importante por varios escándalos relacionados con su familia, sobre todo el del acuerdo de renegociación de una deuda de 300 millones de dólares de la empresa familiar con el Estadoque tuvo que anular ante la polémica. El peronismo se está rearmando, el año empieza con huelgas de maestros y en el mundo que apoya a Macri crece el temor de que pueda perder las elecciones de octubre, donde se renueva buena parte del Parlamento.
Por eso el presidente trata primero de tapar la herida por la que se cuela esa imagen de hombre rico que quiere beneficiar a su familia y amigos, con la que le asocia siempre Cristina Fernández de Kirchner. Macri prometió ayer una serie de normas para impedir el conflicto de intereses de su familia. Poco antes de que hablara, un fiscal pedÃa su imputación por la posibilidad de que haya beneficiado a la empresa familiar a la hora de conceder autorizaciones para nuevas lÃneas aéreas en Argentina. Una de las más beneficiadas es Avian, que tiene como máximo responsable al mismo que dirigÃa MacAir, la compañÃa aérea familiar que los Macri vendieron. «Quiero que se actúe ante cualquier suspicacia. Que todo sea transparente. Que nadie dude de que este presidente cuida el patrimonio del Estado». Mientras hablaba, los diputados kirchneristas gritaban «Correo, Correo [el origen de la deuda de los 300 millones]», o «Calcaterra, Calcaterra [por el apellido de su primo, uno de los grandes constructores del paÃs]» mientras los macristas contestaban «Sà se puede».

La corrupción calentó a las dos bancadas, mientras en la calle tampoco se respiraba la tranquilidad a la que aspira el macrismo. Todos los alrededores estaban cortados con vallas, el tráfico colapsado, centenerares de policÃas con todo tipo de material antidisturbios protegÃan el Congreso como un auténtica fortaleza. Aunque en realidad la protesta que se esperaba no fue muy grande, solo un grupo de maestros que logró romper el cordón policial y acercarse a la Cámara y otros que cortaron la 9 de julio, la avenida principal, algo que en otros paÃses serÃa llamativo pero en Argentina es casi diario.
En ese contexto, Macri convirtió el discurso polÃtico más importante del año en una arenga para sus filas y un golpe contra las de enfrente, a las que acusó de dejarle un paÃs quebrado, con un tercio de la población en la pobreza y una economÃa desarmada. Pero lo más importante del texto parecÃa pensado para buscar una especie de épica macrista, para que los suyos crean que es posible cambiar por completo un paÃs acostumbrado a caer y levantarse una y otra vez. «Basta de que nos regalen el presente para robarnos el futuro. Argentina es cada vez más protagonista y empieza a ser conocido por sus virtudes y no por sus defectos. Tenemos que dejar de tener una agenda pequeña, mezquina. Cada año vamos a estar mejor». Y siempre, todo, con la sombra de Cristina Fernández de Kirchner en todas partes, como contraejemplo para Macri: «No queremos liderazgos mesiánicos. No asumimos la presidencia para que nos hagan un monumento. Queremos que nos evalúen por como logramos reducir la pobreza. 12 millones de argentinos viven en villas o barrios precarios. No podemos permitirlo».
- Texto: CARLOS E.CUÉ (EL PAIS)
- Foto: TELAM
