mayo 24, 2017

Argentina entrega “certificados de vivienda” a 1,5 millones de personas de villas miseria

El Gobierno de Macri les dará los documentos para acceder a agua, luz y cloacas de forma legal Sigue leyendo

VILLA

Frentes de viviendas en la Villa 31 de Buenos Aires.

No aparecen en los mapas urbanos, no figuran sus calles, las ambulancias se pierden al intentar llegar, no pagan agua ni luz. Para muchos no existen. Pero si se pusieran juntas, las llamadas “villas miseria”, los poblados chabolistas de Argentina, ocuparían 330 kilómetros cuadrados, más espacio que la ciudad de Buenos Aires. El Gobierno de Mauricio Macri, apoyado sobre el terreno por organizaciones sociales cercanas al Papa Francisco, ha elaborado un gran censopara entregarles a todos, por primera vez, un “certificado de vivienda”, un paso previo a llegar a un título de propiedad en el futuro. Con él podrán hacer contratos de agua, luz, y otros servicios. El censo ha encontrado 4.100 asentamientos en todo el país donde viven casi 1,5 millones de personas. Y es preliminar.

La imagen de la villa 31, la más emblemática de Buenos Aires, que empezó en los años 30, tras el crack del 29, se amplió en los 90 y se disparó desde el desastre de 2001, es una de las cosas que más impacta a los extranjeros cuando llegan desde el aeropuerto a La Recoleta, el barrio más caro de la ciudad, a pocos metros. Pero la 31, donde viven 40.000 personas, es solo una parte muy pequeña del problema de las villas miseria, una muestra de pobreza estructural que descoloca en un país que llegó a ser uno de los más ricos del planeta.

El Gobierno de Macri, muy criticado por los movimientos sociales, se puso esta vez de acuerdo con organizaciones como Techo, Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, Barrios de Pie, Corriente Clasista y Combativa y les financió para hacer un gran censo y dar el salto al reconocimiento definitivo de esas 400.000 familias que viven entre cables de luz arremolinados –todos tomando la corriente de forma ilegal- calles de barro sin cloacas, con muy mal olor y graves problemas de higiene.

Estos números han quedado registrados en un decreto presidencial, que garantiza a todos ese “certificado de vivienda” que hará que existan para el Estado y podrá en el futuro llegar a un título de propiedad. “Vamos poco a poco porque hay muchas tierras que son propiedad de municipios, de provincias, de empresas públicas. Pero es el primer paso para llegar en el futuro a entregar cientos de miles de títulos de propiedad”, explican en la Casa Rosada. En la 31 ya se está avanzando para entregar títulos de propiedad pagados con créditos.

«Se trata de un documento que legaliza nuestro domicilio y reconoce nuestro derecho a la ciudad. A acceder a la red pública de agua, electricidad y cloacas. Además, nos permite exigir transporte, alumbrado público, escuelas, hospitales, recolección de residuos, centros artísticos y deportivos; todos los servicios necesarios para un buen vivir. Hasta ahora, parece que nosotros vivimos en los barrios, pero nuestros derechos no. El Certificado de Vivienda Familiar es el primer paso en un largo camino hacia la integración plena de nuestros barrios. Esta es una reivindicación que se inscribirá entre las grandes conquistas de nuestro pueblo. Pero esto recién empieza«, explican las asociaciones en un comunicado.

Es una batalla histórica, que también fue clave en Brasil, donde Lula prometió títulos de propiedad para todos aunque luego en la realidad tuvo tantos problemas legales que el proyecto se quedó a medias. Con este tipo de decisiones el Ejecutivo macrista busca también que dejen de clasificarle dentro de la derecha latinoamericana, algo que él siempre rechaza. «La precariedad en la tenencia del suelo incide negativamente en la calidad de vida de las personas, limitando el acceso a la infraestructura y a los servicios públicos, lo que contribuye a la generación de situaciones de pobreza, marginación y fragmentación social», admite el decreto firmado por Macri.

Las villas miseria empezaron con la industrialización, cuando miles de campesinos llegaron a las ciudades. Pero era un fenómeno pequeño que se ha disparado en los últimos años. De hecho, de los 4.100 asentamientos relevados, 749 se crearon después de 2010, una etapa en la que Argentina estaba creciendo, lo que muestra la enorme desigualdad de un país con más de un 30% de pobreza.

“La gran explosión llego después de 2001, pero las personas de las villas son jóvenes –el 38% tiene menos de 35 años y apenas hay mayores de 65- que van teniendo hijos y ellos a su vez forman otras familias que hacen más villas, por eso crece a partir de 2010. Lo que hay es una pobreza estructural que se va consolidando, la Universidad Católica ya dijo que hay 1,5 millones de pobres más desde que llegó el nuevo Gobierno”, señala Walter Córdoba, responsable de Barrios de Pie en Buenos Aires. “Es muy importante este registro”, añade Córdoba. “En los mapas oficiales no figuran las áreas de estos barrios. Ahora se les reconoce y podrán acceder a servicios. Estos certificados de vivienda no son transferibles. Así se lucha también contra las mafias que controlan los alquileres. Hasta ahora ni los nombres de los barrios se reconocían. No creemos que sea el momento de dar la propiedad porque mientras no haya servicios sería como lavarse las manos”, remata. A partir de ahora empieza la parte más lenta, pero las villas miseria argentinas ya existen, por decreto, y con certificado de vivienda.

  • Texto: CARLOS E. CUÉ (EL PAIS)
  • Foto: AFP
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN