agosto 2, 2021

Juan Cruz: “La pandemia fue el paraíso de las fake news”

El columnista recupera sus grabaciones con el magnate de los medios españoles Jesús de Polanco y revisa el periodismo de ayer y de hoy. Sigue leyendo

Resulta que en Pozuelo de Alarcón, el apacible rincón verde de la Comunidad de Madrid a 14 kilómetros de la Puerta del Sol, hoy no se encuentra El País en ningún kiosco. Y resulta que Juan Cruz, escritor y periodista que consume, escribe, supo y sabe hacer ese diario, uno de los más prestigiosos en lengua española, desde que surgió, en 1976, es vecino de Pozuelo y no soporta la abstinencia de su periódico. Pero esta vez, por suerte, el retraso involuntario para esta charla lo rescata: “No hay problema con que llegues más tarde si me traes El País. Se agotó en mi barrio”, dice.

Cuando su diario cumplió 20 años, Juan Cruz publicó una crónica en forma de libro que se llamó Una memoria de El País. El prólogo, nacido de la pluma de Antonio Muñoz Molina, destacaba que “en mayo de 1976 lo único cierto que había en España era la más vertiginosa incertidumbre, y que el porvenir de El País era tan incierto y oscuro como el de la democracia aún no nacida”. Francisco Franco había muerto seis meses antes, Juan Carlos de Borbón era rey de España, la transición gateaba y al hijo del filósofo José Ortega y Gasset, José Ortega Spottorno, se le había ocurrido sacar un diario y buscaba accionistas.

Para eso tentó a Jesús de Polanco, el editor de éxito que había fundado el pequeño gran emporio editorial de Santillana de la mano del argentino Francisco Pancho Pérez González. Estaban concentrados en alfabetizar, con sus libros de texto, a chicos y grandes de España, de la Argentina, de Colombia…

Polanco, una pieza clave en el tablero de los medios de comunicación de España, fue comprando cada vez más acciones y llegó a presidir el Grupo PRISA, al que pertenece El País pero también empresas de radio como Cadena SER, de televisión como Cuatro, o la plataforma de televisión de pago Digital+, única plataforma de televisión por satélite en España. A mediados de los 90, durante la presidencia de José María Aznar, quedó, sin embargo, preso de una telaraña de intereses políticos y económicos que le apuntaron con munición gruesa, tanto judicial como mediática, hasta empujarlo el borde del precipicio que casi lo lleva al calabozo.

“Él conocía bien el país en el que vivía, y no le resultó extraño que, en cuanto el periódico tuvo influencia, los distintos afluentes del poder político emanado del acuerdo en el que se basó la transición cayeran, de un modo u otro, sobre la identidad del diario”, dice Juan Cruz sobre el protagonista de su último libro de no ficción: Ciudadano Polanco, los hechos de una vida.

Porque, para apaciguar los golpes, Polanco pensó en contarse a sí mismo y, durante unos cuantos lunes de 2003, concedió a Juan Cruz, el elegido para semejante misión, horas de charlas grabadas.

Polanco pensó en contarse a sí mismo y, durante unos cuantos lunes de 2003, concedió a Juan Cruz horas de charlas grabadas.

Pero un buen día, Polanco consideró que “no sirve para nada defenderse, el ataque ya está lanzado y no parará nunca” y dejó de confesarse con Juan Cruz: “Rara vez encuentro correspondencia entre la realidad de lo que soy y la contundencia de lo que dicen que soy”, escribió en unas notas autobiográficas que figuran en Ciudadano Polanco. Jesús de Polanco murió en 2007, a los 77 años. Tiempo después, sus hijos le insistieron a Juan Cruz para que desempolvara aquellas grabaciones, sumara voces y entrevistas y enhebrara el material en un libro.

–Acaba de publicar una obra con reflexiones sobre el ejercicio del periodismo a partir de conversaciones de hace 18 años con un personaje importante, como Polanco, que murió hace 14. ¿Cuál es el valor de su libro ahora que reina la inmediatez periodística más absoluta?

–Porque está escrito en pasado perfecto. Es pasado, porque el periodismo es pasado. Ese periodismo con el que habíamos soñado y en el que los empresarios y los periodistas querían lo mismo: sacar un periódico con credibilidad, que llegara a los kioscos y que resistiera el paso del día. Ahora, los periódicos llegan a los kioscos pero no resisten ni el primer momento del día. Por causa de Internet y por un montón de especímenes que han contaminado, no digo que para mal siempre, pero que han contaminado la esencia del periodismo, que era la expectación.

–¿Cómo reacciona el periodismo ante el fin de esa expectativa?

–Con perplejidad. Y el mundo empresarial, sobre todo, con mucha perplejidad. Antes había voceadores que gritaban el contenido de los periódicos. Ahora hay una legión de voceadores gritando lo que dice la competencia. Al cabo de diez minutos de tener una exclusiva, esa exclusiva se ha ido deteriorando, amplificando, tergiversando. Creo que el grave peligro de la exclusiva es su tergiversación.

–¿Tergiversación es sinónimo de fake news?

–Basta con que cambies un verbo para que una noticia sea una fake news. Y nuestro propio material, a lo largo del día, termina siendo otra cosa. Es como una palabra que, con las horas, se convierte en grito. La verdad y la mentira van caminando y, en un momento determinado, sus sombras se parecen. Y la gente elige: según el resplandor que tenga una u otra, se queda con una u otra. La información y la reputación corren el mismo riesgo en este momento.

–En sus charlas con Polanco, él dice que la información puede ser ofensiva o defensiva. ¿Tiene que ser siempre una u otra?

–No. La información es como un producto farmacéutico. No se puede adulterar. Ni tu lo puedes graduar. Lo gradúa el médico. El médico es la realidad. Si lo que dices no se corresponde con la realidad, estás tergiversando. El enemigo máximo del periodista es la tergiversación.

–¿La pandemia afectó el modo de ejercer el periodismo?

–Ha sido el paraíso de las fake news. Si hay un jardín del edén perverso, ese ha sido la pandemia. La pandemia, asociada a un gen terrible que se llama (Donald) Trump, destrozó por completo la credibilidad de la ciencia. Menos mal que la ciencia ha actuado con su vacuna en tiempos en los que ya no estaba Trump (en la presidencia de Estados Unidos). Hubiera boicoteado las vacunas. Lo que no quería Trump eran noticias felices. El dictador es el que dice: “Es mentira, la verdad soy yo. Yo soy el que tiene las noticias buenas”.

–¿La España la transición no se hubiera podido explicar si no hubiera sido por El País?

–Era un periódico más dedicado al porvenir que al presente discutido. Estaba más buscando modos de relacionarse con los ideales republicanos sin añorar la república como forma de gobierno. Aceptando que la república era el pasado pero sus valores, no. A ver cómo recuperábamos la educación, la ciencia, la discusión, el acuerdo, la posibilidad de acordar, que fue fundamental en la transición. Creo que ahora falta ese consenso que El País alentó desde el inicio. Ahí escribían escritores de derechas, de izquierdas, todos querían valores similares.

–¿Y hoy?

–Creo que El País sigue siendo un referente en un país en el que los partidos políticos no comparten la misma ambición democrática.

–¿Y qué sucede entonces con el rol que debería desempeñar el periodismo?

–Yo creo que el periodismo es, como decía Eugenio Scalfari, el fundador del periódico italiano La Repubblicadecirle a la gente lo que le pasa a la gente. Pero si uno quiere que a la gente le pase lo que desea que le pase, y al menor indicio de que le puede estar pasando, ya lo cuenta en un titular, eso no es periodismo. En España hay ahora un excesivo regocijo periodístico por el mal ajeno y en tu país también. Recuerdo haber visto 678 y lo que ellos creían era lo que estaba pasando. El periodismo no resiste la suposición. Lo que vivió Clarín en la época del kirchnerismo es muy parecido a lo que les pasó a Polanco y a El País aquí.

–¿En qué sentido?

–En que se buscaban las mismas consecuencias: querían hacer desaparecer al Grupo Clarín como al Grupo PRISA. Creo que es paradigmático el modo en el que persiguieron a Clarín desde distintos sectores, independientemente de las razones que tuvieran, que pueden ser discutidas. El periodismo de “algo estará pensando” sin comprobarlo está hoy en la portada de muchos periódicos y en casi todos los digitales. Tendrían que decir: “Ojalá haya pasado esto”, pero omiten “ojalá” y dicen: “Ha pasado esto”.

–¿Y qué sucederá con los soportes de las noticias? ¿Morirá o no el diario en papel?

–En 2008, hice una serie en la que entrevistaba a grandes periodistas, entre los que estaba Scalfari. Ya se leían mensajes en los teléfonos y le leí uno sobre unos profesores alemanes que decían que, en 2023, iban a dejar de existir los periódicos de papel. Scalfari me respondió: “¿Dicen a qué hora?”, ironizando. El periódico de papel es una salvaguarda extraordinaria del periodismo. Hoy no estaba el periódico en casa. Venía a verme una periodista a la que yo no conocía. Le dije: “Por favor, tráeme el periódico”. En mi casa sólo nos pelearíamos por el periódico.

–¿Acaso la devoción por el papel no es algo generacional?

–¡Qué va! Mi nieto mira el diario AS en papel con una curiosidad extraordinaria. Y lee Mafalda en papel. Creo que a base de decir que el papel desaparecerá, muchos han creído librar una batalla. Pero es una batalla inútil. El papel seguirá. No me gusta que la presunción sea un elemento de análisis del futuro.

BÁSICO

Juan Cruz Ruiz
Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948. Escritor.

Es licenciado en periodismo por la Universidad de La Laguna. Ha desarrollado una extensa labor como periodista en el diario El País, en el que trabaja desde su fundación en 1976. De 1992 a 1998 dirigió la editorial Alfaguara. Su dilatada trayectoria literaria se manifiesta en obras como Crónica de la nada hecha pedazos, Cuchillo de arena, Retrato de humo, El sueño de Oslo, La foto de los suecos, Serena, Edad de la memoria, El territorio de la memoria, La playa del horizonte, Retrato de un hombre desnudo, Ojalá octubre, Muchas veces me pediste que te contara esos años y El niño descalzo. En el año 2000 fue Premio Canarias de Literatura. También ha obtenido los premios Benito Pérez Armas, Azorín de Novela y el Nacional de Periodismo Cultural.

Ciudadano Polanco, los hechos de una vida
Juan Cruz
Debate
416 págs.

  • Texto: MARINA ARTUSA (CLARIN.COM)
  • Foto:
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN