junio 5, 2023

Liendo «No coincido con la propuesta de Milei de eliminar el Banco Central y dolarizar»

Horacio Liendo es el creador de la Convertibilidad. En una entrevista con LPO analiza las causas de la inflación y ofrece su plan para terminarla. Sigue leyendo

Horacio Liendo fue el creador de la ley de Convertibilidad que instrumentó Cavallo. Líder de uno de los estudios más tradicionales de la City porteña, su nombre volvió a circular con fuerza -y discreción- en la primera línea de la política, ante el desborde inflacionario. No recomienda la dolarización, ni una nueva Convertibilidad, pero si ofrece una alternativa para ponerle un freno a la licuación de la moneda. En una entrevista con LPO repasa su plan.

-Usted hace un análisis de la situación actual del Banco Central y dice que sería peor incluso a la de 2001. ¿Cómo llegamos a esta situación?

-Llegamos a esta situación porque, por un lado, se emitió una cantidad inconmensurable de pesos y, por el otro, se le sacaron las reservas al Banco Central para pagar deuda pública. Primero, fue para pagarle al Fondo Monetario, después, fue para pagar bonos que el Gobierno tenía o no tenía recursos para pagar de otros organismos internacionales. Se han llevado miles de millones de dólares al Central. 77 mil millones de dólares aproximadamente tiene el Central como créditos contra el Tesoro y el Tesoro solo le ha dado Letras Intransferibles, que dicen que le deben equis cantidad, pero no se lo pagan.

Entonces, el Banco Central está quebrado. El Banco Central de la convertibilidad, no podía tener deuda, o sea, no podía tener Leliq, Lebac, nada, lo tenía prohibido por Carta Orgánica. El único pasivo que tenía era la moneda en circulación y tenía reservas por el 100% de la moneda circulante. Además,  los títulos públicos se valuaban a valor de mercado. Ahora lo hacen a valor técnico, es decir, si hay un papel que dice 77 mil millones, el Banco Central lo computa por ese valor y no por lo que el mercado dice que vale, que es una cuarta parte.

-¿Es una práctica habitual en otros países usar los fondos del Banco Central para pagar deuda?

-No. Hay países y países, pero el gran avance que tuvieron las finanzas públicas después de la segunda guerra mundial, fue separar claramente lo fiscal de lo monetario. Europa tardó más, tuvo durante varios años la competencia de monedas entre los países de la actual Unión Europea, hasta que acordaron no competir más e hicieron una separación que fue tajante, desnacionalizaron, el Banco Central Europeo no pertenece a ninguno de los países de la Unión Europea individualmente y cada uno maneja sus números fiscales.

El Banco Central está quebrado. Se han llevado 77 mil millones de dólares del Central como créditos contra el Tesoro y el Tesoro solo le ha dado Letras Intransferibles, que dicen que le deben equis cantidad, pero no se lo pagan.

En el caso de Estados Unidos, está la Reserva Federal, que es eso, una reserva, y funciona parecido a como hacíamos nosotros con la convertibilidad. O sea, el gobierno no puede emitir dólares, solo lo puede hacer la Reserva y la Reserva no puede emitir deuda, solo lo puede hacer el Tesoro. La Reserva no puede financiar al Tesoro directamente, pero compra y vende títulos públicos del gobierno que valúa a valor de mercado. Entonces, cuando quiere retirar dólares, vende títulos públicos que tiene en su reserva y, la operación inversa, cuando quiere largar dólares, compra títulos públicos y emite dólares. Entonces, eso lo hace fijando la tasa de interés, que es lo que vemos cada cuatrimestre que definen la tasa de interés, eso define la expansión o contracción de la base monetaria.

Ese tipo de organización de Banco Central es el más avanzado de nuestro tiempo. Nosotros no hemos podido construir lo mínimo.

-¿Por qué eligieron el régimen de Convertibilidad?

-Porque el periodo de oro de Argentina fue con un régimen de conversión, aquel era con oro y ahora la moneda del mundo no es el oro, sino el dólar, entonces hicimos un régimen de convertibilidad respaldado en el dólar, que es una manera de importar una institución, tener las ventajas de una institución con toda esa historia y fundamentos y limitar a la clase política y sectores de interés, a usar la emisión monetaria como herramienta.

La emisión monetaria, sin cumplir su rol, que es abastecer de circulante para que la sociedad intercambie sus bienes y servicios, produce inflación. Pero la inflación inmediatamente produce efectos sociales, de pobreza, y entonces se busca subsidiar la pobreza mediante emisión monetaria, el subsidiado vota a aquel que lo va a subsidiar, entonces termina siendo una gran interferencia en la calidad de la democracia, porque ya no es un ser libre el que vota, sino un ser necesitado de esa finalidad. Como los impuestos deberían ser los que financian el Tesoro, y los impuestos lo pagan los ciudadanos, obviamente cuando aparece esta vía de escape al sistema democrático, republicano, constitucional, que es la emisión monetaria, se produce una anomalía.

Y la tendencia es seguir en eso. Entonces, para salir de esa situación, se tienen que producir efectos disruptivos visibles, que lleven a la gente a aceptar un cambio. Leí un artículo de Jorge Ossona en La Nación titulado «La Argentina le teme más al remedio que a la enfermedad» y, en parte, es cierto, porque a veces nos han dado remedios tóxicos, que no solucionaron la enfermedad. Pero es indudable que estamos ante el final de un ciclo, que va a ubicarnos frente a cambios muy profundos.

-Con la Convertibilidad, hay una crítica recurrente que plantea que funcionó bien en el primer mandato y no tan bien en el segundo, que generó desocupación y que era un régimen tan rígido que, con la devaluación de Brasil, perjudicó a una gran cantidad de industrias. ¿Usted comparte esta idea?

-A la Convertibilidad hay que evaluarla con una visión de largo plazo. Era un régimen que no consistía en un plan económico, sino en un cambio de reglas de funcionamiento institucionales de las dos herramientas más importantes de la política económica, que son la monetaria y la fiscal, o la emisión de dinero y la emisión de deuda.

La Convertibilidad, obviamente que en su fase uno, en un país que ya no tenía moneda, produjo una gran expansión. Lejos de los que dicen que la Convertibilidad es rígida, pudo aumentarse la base monetaria en dinero real, contante y sonante, de 4 mil millones de dólares a 16 mil millones de dólares en su pico No solo estabilizó, sino que produjo una gran expansión monetaria. Eso permitió el crecimiento de la primera etapa.

Entonces, cuando se llegó al pico de aumento de productividad, se produjo un efecto de recesión, impactado por crisis externas, que no solo fue la de Brasil, sino primero el efecto Tequila, el Sudeste asiático, Rusia y Brasil que, sin dudas, afectó al funcionamiento y la competitividad de Argentina.

Lejos de los que dicen que la Convertibilidad es rígida, pudo aumentarse la base monetaria en dinero real, contante y sonante, de 4 mil millones de dólares a 16 mil millones de dólares en su pico No solo estabilizó, sino que produjo una gran expansión monetaria. Eso permitió el crecimiento de la primera etapa.

Pero tenemos que estar muy atentos a los números, porque se repite lo que está en la segunda parte de la pregunta y no es consistente con la realidad. Por ejemplo, en 2001, tuvimos el mayor superávit comercial de la convertibilidad, el 25% de las exportaciones de superávit. Si el dólar en 2001 hubiese estado tan atrasado como dicen, eso no hubiese podido ocurrir, porque lo que vemos en los procesos donde hay una gran apreciación de la moneda local es lo contrario, déficit comercial, no es lo que ocurrió en Argentina.

Entonces, cuando lo vemos del lado del déficit, es cierto que en el 99 había un déficit relativamente alto que se empieza a bajar durante los primeros dos años de De la Rúa, pero, durante 2001, con la Ley de Déficit Cero implementada, se había llegado a fin de año prácticamente sin déficit corriente y con la reestructuración de la deuda que se hizo a finales de ese año, de los bancos, las AFJP, las compañías de seguros, que había bajado la tasa de interés de 13 puntos a 7 anuales. Quedaba solo para reestructurar 40 mil millones de dólares, no es nada.

¿Pero si estaba todo tan controlado porque De la Rúa terminó como terminó?

-Hubo una gran crisis política, sin dudas una recesión muy importante, durante 2001 bajó cuatro puntos el Producto Bruto, pero que, al producirse el golpe institucional, que tenía en miras la pesificación asimétrica de los depósitos y una transferencia fenomenal de ingresos del sector ahorrista a favor del sector de los deudores que le debían a los bancos.

¿Dice que empresarios importantes empujaron la salida de la Convertibilidad?

-Más o menos 50 mil millones de dólares se transfirieron de los ahorristas, que al nuevo PBI después de la devaluación era como un tercio del PBI. Fue una transferencia de riqueza de los más pobres a los más ricos que se tenga memoria. Eso fue lo que provocó la depresión de 2002 y el Producto Bruto cayó 11,5%.

Entonces, la causa real de lo que ocurrió en Argentina, que es muy importante para tener un diagnóstico concreto de lo que tenemos que hacer, es que hubo un asalto sobre las reservas del Banco Central y sobre los ahorros del sistema financiero a favor de los que estaban endeudados, deudores públicos, provincias, Estado Nacional, empresas, etcétera, y que eso provocó una drástica caída de los salarios, porque la devaluación fue casi del 400% y los salarios y jubilaciones recién se aumentaron en 2005-06.

Es decir, hubo un periodo de congelamiento de salarios y jubilaciones muy prolongado, con una inflación que fue del 40% en 2002 y un congelamiento de tarifas de servicios públicos por la pesificación, que sigue hasta nuestros días, y que provocó una gran desinversión en los bienes públicos. Y los bienes públicos están dirigidos fundamentalmente al sector de menos recursos. Entonces, cuando dejo de pagar las tarifas de servicios por lo que valen, la inversión se viene a pique, no aumenta en proporción que aumenta la población y tenemos el sistema de transporte colapsado, accidentes como los de Once y los sistemas de generación y distribución eléctrica o de gas como los tenemos.

Ese efecto de la pesificación asimétrica de 2002, produjo un congelamiento que deterioró toda la estructura de costos y precios de Argentina.

-Hay otra idea recurrente que dice que en la Convertibilidad, quienes tenían empleo contaban con un poder adquisitivo alto, como pocas veces en la historia reciente. Pero, como era una economía muy rígida, había mucha gente que no tenía empleo, llegó en algún momento cerca del 20% la desocupación y era muy difícil conseguir trabajo. Entonces, según esta teoría, la gente prefiere tener pleno empleo aunque le cueste o no llegue a fin de mes. ¿Cómo lo ve?

-Es así. La gente toleró más una baja de salario en términos reales, como la que ha ocurrido y una recuperación aparente de empleo. Porque, cuando uno ve en qué consiste ese empleo, es gente que no está haciendo nada, me refiero a que uno ve a varios en una mesa de entradas, en una portería, gente sin una tarea específica. Cuando pasa eso la economía está asignando los recursos mal, no en función de su productividad y entonces se va deteriorando.

La salida de la Convertibilidad fue la transferencia de riqueza de los más pobres a los más ricos que se tenga memoria. Más o menos 50 mil millones de dólares se transfirieron de los ahorristas, que al nuevo PBI después de la devaluación era como un tercio del PBI. Eso fue lo que provocó la depresión de 2002 y el Producto Bruto cayó 11,5%.

Cuando esa misma persona tiene una industria, un campo o cualquier actividad que genere ingresos, el salario que paga está contenido en el producto, lo vende, recibe el ingreso y eso es sostenible en el tiempo. El primer sistema no es sostenible en el tiempo y por eso hay que emitir dinero para sostenerlo y volvemos a lo de antes: aumenta la inflación, se deteriora la calidad de la economía y deja de ser competitiva.

Es como si a la hora de jugar el Mundial, en lugar de llevar 22 jugadores aptos para jugar, llevo 60 jugadores que, además de no jugar, no entrenan, distraen a los que tienen que jugar y evidentemente así ese equipo va a tener pocas chances de ganar.

Hoy el mundo es súper competitivo. Entonces, si Argentina no está dispuesta a hacer ese esfuerzo, hay otros países que se van a adelantar, que van a ganar espacios respecto a lo que Argentina puede hacer. Y Argentina tiene todas las condiciones, no solo naturales, sino humanas, y logra resultados que, aún en estas condiciones, son envidiables para los demás.

-Milei propone cerrar el Banco Central y decretar la libre competencia de monedas. ¿Cómo lo ve?

-No están dadas las condiciones para una dolarización formal, exclusiva, es decir, reemplazar todo el dinero en circulación por dólares.

-Como Ecuador…

-Como Ecuador, o como pudo ser en el caso de Argentina durante la Convertibilidad o a su salida, cuando teníamos las reservas para hacer ese cambio. Nosotros no quisimos ir a la dolarización, sino a la Convertibilidad porque era un régimen con historia en el país, se identificaba con las décadas de crecimiento de principios de siglo y porque nos parece más conveniente desde el punto de vista financiero, monetario y político fundamentalmente, porque las reservas, al estar en el Banco Central, rinden unas ganancias para quien tiene las reservas. En el caso de la dolarización, las tenencias de dólares benefician a la Reserva Federal (de Estados Unidos) que es la que emite los dólares.

Hoy no están los recursos necesarios para eso, teniendo en cuenta que el Banco Central no solo tiene pesos en la calle, sino que tiene deuda muy importantes. Argentina, además de la necesidad de resolver su problema monetario, tiene otras necesidades fiscales acuciantes, más si va a tener que hacer un programa de reformas. Entonces, no coincido con esa necesidad.

No coincido con la propuesta de Milei de eliminar el Banco Central y dolarizar. Pero es verdad que desde la reforma constitucional del 49 cuando el peronismo nacionaliza el Banco Central y le da la facultad de emitir moneda al Ejecutivo, sacándola del Congreso, comenzó una etapa de inflación estructural de Argentina y el Banco Central no cumplió con su obligación principal que es mantener el valor de la moneda.

Es verdad, sin embargo, que desde 1943 en adelante, sobre todo en la reforma del 49 cuando el peronismo nacionaliza el Banco Central, toma el control y hace una reforma constitucional dándole la facultad de emitir moneda al Ejecutivo, sacándola del Congreso, comenzó una etapa de inflación estructural de Argentina y ese Banco Central hasta nuestros días, salvo el periodo de Convertibilidad de los 90, no ha cumplido con su obligación principal que es mantener el valor de la moneda.

-Sin embargo, Perón en el 52 estabiliza, baja la la emisión y el gasto y logra una reducción drástica de la inflación con Gómez Morales como ministro. Ese Perón bastante ortodoxo suele olvidarse de uno y otro lado…

-Perón en el 52 empieza a hacer un esfuerzo de estabilización pero ya había modificado el marco. En el 30, cuando se sale de la convertibilidad oro con una crisis tremenda, se funda el Banco Central en el 35, era mixto (de capitales estatales y privados), parecido a la Reserva Federal, Argentina tenía un enorme prestigio internacional, similar a los EE.UU. Ese Banco Central cumplió razonablemente con su función monetaria. Pero las restricciones que imponía la política monetaria, después del golpe del 43, empiezan a no ser funcionales a la dinámica de ese momento y se decide estatizar, se nacionalizan los depósitos bancarios y el Banco Central pasa a ser el que manejaba todas las finanzas de la Argentina, era una herramienta del gobierno. Y eso, cuando hay una conducción centralizada como la que mantenía Perón, durante un cierto tiempo, con sus desvíos, puede funcionar. Pero, una vez que queda diseñado de ese modo, ya es difícil volver a poner al genio en la botella. Nosotros lo pudimos volver a poner con la Convertibilidad, pero después decidieron romper la botella nuevamente y ahora hay que volver a resolver ese problema.

-Distintos  estudios dicen que en caso de dolarizar, el dólar valdría mínimo 3.000 pesos. Incluso hay estudios como el de la consultora 1816 que contabiliza la deuda del Central y ubica la paridad en 10.000 pesos. Lacunza dice que, si hoy dolarizáramos, tendríamos los dos más grandes males de los últimos 50 años juntos: primero, una hiperinflación y, luego, un estallido social. ¿Cree que podría pasar algo así?

-Obviamente si uno pone en marcha ese tipo de políticas, es probable que eso suceda. La dolarización es una palabra que expresa múltiples alternativas. Si la dolarización es simplemente reemplazar, primero hay que tener los dólares, a qué precio se consiguen y cómo se cambian los pesos por los dólares. Pero ése no es el único camino. El camino que yo señalo no es el de la dolarización, sino institucionalizar un sistema bimonetario o multimonetario.

-¿Cómo sería?

-Declarar el curso legal del dólar, mantener el curso legal del peso y producir una reforma muy profunda en la Carta Orgánica del Banco Central para limitar la posibilidad de emitir pesos. Por ejemplo, que no se pueda emitir para financiar al gobierno y volver a tener las restricciones que teníamos durante la Convertibilidad. Entre esas restricciones está que el Banco Central no se pueda endeudar, como lo hizo con las Lelic y antes con las Lebacs. Pero no se puede hacer eso sin decir qué se hace con la deuda que tiene ahora. Entonces, debe haber un periodo de transición para plantear cómo va cancelando ese pasivo y, a medida que lo hace, no se puede volver a recomponerlo. Y, a su vez, hay que recapitalizar el Banco Central porque, al valuar sus tenencias de títulos del gobierno al valor técnico, está expresando algo que no es real, hay que hacer que exprese la realidad, y que el déficit de capital que resulte hay que compensarlo con aumento de capital. En un esquema así, no va a ocurrir todo lo que dice Lacunza.

Una moneda es convertible cuando es intercambiable libremente por otra. O sea que convertible también es si no hay restricciones para cambiarla por otra moneda, no hay cepo.

En un esquema de dos monedas de curso legal, no hay control de cambios y, en consecuencia, es totalmente libre pasar de pesos a dólares o de dólares a pesos.

-¿Y el Central no interviene?

-No interviene. Este modelo que describo es lo que hizo Perú y que desde 1993 lo puso en la Constitución. Una garantía específica para mantener y disponer monedas extranjeras, no puede haber ninguna regulación que limite ese derecho del habitante y en consecuencia el tipo de cambio es libre. Y, segundo, dice la Constitución de Perú que el Banco Central no puede emitir para financiar al Tesoro, no puede financiar al gobierno.

-Cree que por eso en Perú se observa estabilidad macroeconómica en medio de un desastre institucional permanente…

-Exactamente. Perú tiene 30 años de estabilidad macroeconómica. Es interesante ese caso, porque si tomo otros países de la región, son distintos, pero Perú tuvo hiperinflaciones como Argentina, terrorismo como en Argentina, represión y discusiones sobre la represión como Argentina, inestabilidad política como Argentina. Entonces, es interesante ver cómo ellos lo resolvieron. Recuerdo que estaba en el Ministerio de Economía en esa época, cuando los peruanos estaban comenzando, y tuvimos algunas reuniones, vinieron a ver lo que hicimos, y tomaron este camino, que era más lento.

Yo propongo declarar el curso legal del dólar, mantener el curso legal del peso y producir una reforma muy profunda en la Carta Orgánica del Banco Central para limitarle la posibilidad de emitir pesos y contraer deuda. Un sistema bimonetario, sin cepo.

La convertibilidad, produjo una reducción de la hiperinflación a la inflación y a la estabilidad en tiempos absolutamente récord, que no fue el caso de Perú, llevó más tiempo, pero se logró sostener en el tiempo ese régimen y hoy es la economía con menos inflación de la región Esto se mide en décadas, no se puede decir que un plan es bueno o no en tres o cuatro años.

-Ahora, todo esto gira en torno del Banco Central de una manera muy importante…

-Sí, es una institución muy importante.

-Gran parte del problema y de la solución evidentemente pasa por ahí…

-Gran parte del problema y de la solución. Es determinante.

-Hay un libro que estuvo bastante de moda que se llama «Memorias del quinto piso» de la época de Sourrouille. ¿Cómo fue el quinto piso cuando estaban diseñando este plan? ¿Llegó un día Cavallo y dijo ‘Tengo una idea’?

-No, fue al revés, yo tenía una idea y lo fui a ver a Cavallo en febrero del 89 y se la conté. Él era diputado. Esto comienza a raíz de mi tesis doctoral de Derecho, yo me focalicé en el aspecto de la crisis socioeconómica, puse dos ejemplos: la crisis de 1890 y de 1930, que son la entrada y la salida del régimen de convertibilidad, entonces tenía muy estudiado el tema.

Yo había sido asesor de Cavallo en el Banco Central en el 82. En febrero del 89, cuando comienza lo que sería la hiperinflación, en una reunión con Cavallo me sugiere un régimen como el brasilero, que habían diseñado dos monedas. Le dije ‘no sé si eso se puede hacer, pero sí se puede cambiar el régimen jurídico de la moneda’. Entonces, le dije de hacer una moneda en base del régimen de Convertibilidad y le expliqué lo que ahora conocemos todos. Le interesó y me invita a Córdoba a una reunión que con sus equipos. Trabajamos en la idea y le gustó.

¿Cómo definen la paridad?

Cavallo había anunciado una banda entre 8 mil y 10 mil australes. El número de 10 mil era más fácil para el tipo de cambio porque era redondo. La inflación seguía avanzando y yo lo llamaba y le decía: «Mingo, no nos demoremos porque va a quedar atrasado». «No, vos ocupate de tus cosas, yo me ocupo de eso», me decía. Hasta que un día me llama y me dice «vamos a hacer aquel proyecto, ¿podés venir a las ocho a casa?». Yo me volví de mi campo en Suipacha. Cuando llegó a su departamento en Libertador estaba Juan Llach. El Mingo me dice «vamos a hacer la convertibilidad» y dijimos «buenísimo». Estuvimos un par de horas discutiendo las condiciones, el tipo de cambio, si iba a circular el dólar o no. Ahí entonces me pide el proyecto, era un domingo a la noche. El lunes al mediodía se lo llevé y dijo que estaba clarito y me pide que escriba el mensaje. Al día siguiente vino Juan Llach a verlo y dijo que estaba muy bien. De ahí Cavallo se lo llevó a Menem y el miércoles se anunció.

-¿Y Menem qué decía?

-Menem ya conocía la idea porque Cavallo ya le había contado de las reuniones en Córdoba. Menem le quería poner «federal» al peso. Yo le decía: «Mingo no puede venir el segundo presidente de esta etapa democrática, y volver a cambiar el nombre, la moneda no es una para cada uno, es una en el país». Me pregunto cómo le quería poner y le dije peso, que la moneda argentina es el peso. «Bueno, pero ya hubo muchos pesos, el peso argentino, el peso ley, el peso moneda nacional», me decía y yo le dije que este se iba a llamar peso porque iba a ser de acá para adelante.

-¿A Menem le parecía bien la idea de la Convertibilidad?

Sí, Menem ya había fracasado con las alternativas. En la opción del 89, si uno lo mira como un dirigente político de raza que era, entre esta idea afincada en nuestra historia, con una inflación del 200% por mes y el grupo más emblemático de la Argentina que aseguraba contactos con el establishment local e internacional, él se inclino por lo más seguro. Supuestamente era más seguro el grupo Bunge y Born que el grupo Cavallo-Liendo. Entonces tomó una decisión. Pero ya habiéndose quemado en el 89, en el 90, le quedaba esta opción.

-¿La paridad terminó siendo 10 mil a 1, no?

-Claro. Ahí venía otra discusión. Se decidió mantener el austral, que era más difícil desde la psicología social. Si yo arranco con una moneda nueva, la gente dice es otra cosa. Pero cambiarle la naturaleza a una moneda que estaba viviendo una hiperinflación y curarla sobre esa misma moneda era un desafío mayor que se tomó porque era lo más conveniente en ese momento. Mantuvimos el reaseguro, y eso en la ley está, que el Ejecutivo pudiera cambiar el nombre y la expresión numérica sin cambiar el valor de la moneda. Entonces por decreto se le sacó los cuatro ceros. Yo sugería sacarle 3 porque era muy difícil para la gente hacer el cálculo mental. Pero Mingo quería sacarle los 4 ceros para que fuese el 1 a 1.

-Tantas décadas después estamos en una situación parecida, si este estudio de 1816 es correcto que hablan de 10 mil a 1. ¿Se puede hacer hoy lo mismo que se hizo? ¿En ese momento había reservas?

-Para lo que teníamos que hacer, en el año 91 sí, en el año 89 no.

-¿Entonces se podría buscar su primer proyecto del 89 planteado para un país sin reservas y aplicarlo ahora?

-Claro, es interesante. Lo que quedaba en el 89 eran 1500 millones en oro de baja entrega, monedas históricas y lingotes. No eran circulantes, no había dólares para darle a quien trajera pesos o la moneda de ese momento. Entonces en el año 89 el proyecto que hice  era uno en el cual el Banco Central entregaba pesos cuando le daban dólares, pero no entregaba dólares cuando le traían pesos. Entonces sólo funcionaba en el margen de esa convertibilidad. Iba a seguir siendo así hasta que acumulara reservas suficientes para equiparar el 100% de la base monetaria.

Las reservas excedentes se hacían a través de las retenciones de las exportaciones que iba a ser decrecientes en el tiempo para llegar a cero y reunir esos 2500 millones de dólares que faltaban. Nosotros habíamos calculado que la base monetaria óptima estaba en el rango de los 4000 millones de dólares. En el 91, con la política que había transcurrido desde julio del 89 hasta marzo del 91, se habían acumulado 2500 millones de reservas adicionales. Entonces ya no teníamos esa necesidad, podíamos arrancar con esa convertibilidad plena de ida y vuelta, vender y comprar con el 100% de respaldo. Y no había otras deudas del Banco Central. Ahora, si nosotros tomamos las reservas netas del Banco Central -dicen los economistas, no lo he estudiado tan en detalle-, están entre 1000 y 2000 millones de dólares. Pero los pasivos del Banco Central están alrededor de 45 mil millones de dólares. No hay forma de hacer aquella estructura, salvo produciendo un proceso de saneamiento.

-¿Una híper?

-Que tampoco es posible, una hiper con deuda indexada me va a dar igual. Lo que hay que hacer ahora es distinto, es otro diseño adecuado a esta necesidad, no es que uno va a copiar lo que hizo porque le salió bien.

-Entonces no necesariamente hay que atravesar una híper.

-No, para nada.

-¿Y cuál sería la estrategia, el diseño adecuado para esta situación?

-Bueno, hay muchas cosas de la estrategia que hay que verlas cuando es el momento de tomar las decisiones. En el 89 teníamos un diseño y en el 91 hicimos otro. Entonces no puedo decir ahora cuál va a ser la estrategia porque hay que llegar ahí y ver con qué se encuentra uno.

-Igual este es un año particularmente malo, ¿no? El próximo tal vez sea mejor y haya más cosecha.

-Sí, este es un año muy malo. Pero yo creo que no es un problema circunstancial el de la Argentina, hoy hay una circunstancia, mañana habrá otra. El problema es estructural, es un problema de diseño y de conductas de la clase dirigente, de la clase empresarial, de los votantes.

-¿Usted lo abordaría más por las leyes que por una política económica?

-Yo lo abordaría primero por la sociología. Por las leyes que nosotros hicimos en el 91. Realmente fue un diseño basado en la legislación, en la jurisprudencia y en la historia. Traía la cultura histórica y trataba de retomar la época de oro de la Argentina, salteábamos el período de grandes turbulencias entre 1930 y 1990 y volvemos a conectar a la Argentina para que para que pueda funcionar en base a aquel diseño.

-Alguno le puede decir que ese era el diseño del orden conservador.

-Supongamos. El orden conservador que fue el más progresista que tuvo la Argentina porque fue el que más gente de la pobreza sacó, el que más trabajo creó, el que más inversiones obtuvo, el que más mejoró la salud pública. Pero sí, sin dudas, la revolución consistía en volver a las fuentes. Después de nosotros también se buscó volver para atrás, pero no al período que habíamos elegido nosotros sino al período 1945-1990.

-Está describiendo una discusión política de fondo sobre el mejor modelo argentino, que no parece saldada…

-No, no parece saldada.

  • Texto: Ignacio Fidanza (LAPOLITICA.COM)
  • Foto: Juan Casas
EL GMAIL DE DIEGOSCHURMAN