noviembre 27, 2015

Moyano levanta la guardia

No le cierra el perfil empresario del gabinete macrista ni la presencia de Triaca en la cartera laboral. Frenó la designación de un hombre de la UIA y teme un escenario de ajuste. Sigue leyendo

Hugo Moyano fue tajante.

-No vamos a dejar que pongan de ministro a un representante de la UIA -elevó la voz ante sus compañeros de la CGT.

En el encuentro no estaba Mauricio Macri pero el mensaje de reprobación llegó rápidamente a los oídos del presidente electo.

Si Jorge Lawson asumía la cartera de Trabajo, el nuevo gobierno iba a debutar a las patadas con el sindicalismo.

El congelamiento de su designación dejó un vacío indisimulable. Fue el único ministerio que Marcos Peña no pudo anunciar el último miércoles. El jefe de gabinete electo evitó enredarse en explicaciones.

Lawson fue ministro de Industria y ahora es de Comunicación y Desarrollo Estratégico. Siempre en Córdoba.  Siempre con José Manuel De la Sota Los gremios lo objetaron por su inflexibilidad. Lo conocen de sus tiempos en la actividad privada como representante del grupo Arcor.

Aquel Macri que prometió actuar sin concesiones terminó cediendo antes de llegar a la Casa Rosada. Pero no fue un triunfo pleno de Moyano. El jefe cegetista fracasó en su intento de imponer a Ezequiel Sabor. Le dijeron que el subsecretario de Trabajo porteño tenía asignado otro destino.

Se entusiasmó luego con Diego Santilli, clave en la negociación de los contratos de la basura. Pero le informaron que el senador había renunciado a su banca con el único objetivo de asumir la vicejefatura de gobierno porteño.

Cuando los portales informaron que Jorge Triaca sería finalmente el ministro de Trabajo muchos creyeron haber visto allí un triunfo de la CGT, o al menos de los «gordos»,  como se denomina a los secretarios generales de las grandes corporaciones gremiales.

-Nuestro no es -se desmarcó Moyano, aunque raudo salió a negociar un lugar  para uno de sus hijos en el staff oficial.

Triaca no es un apellido ligado a la estoica lucha obrera. El padre del flamante ministro  fue el primer sindicalista en ser aceptado en el exclusivo Jockey Club, y como jefe de la cartera laboral durante la gestión menemista se ocupó de neutralizar las primeras reacciones obreras frente a la ola privatizadora.

En aquellos años el dirigente de los obreros plásticos dio el puntapié inicial para la enajenación de la acería Somisa, nada extraño para quien desde la jefatura de la CGT-Azopardo se mostró como la contracara de la combativa CGT-Brasil de Saúl Ubaldini en lo oscuros años de la dictadura militar.

Su hijo exhibe otro perfil, acaso más transparente. No es un defensor de la clase trabajadora, como solía autocalificarse su padre, sino un economista liberal y consultor internacional que trabaja para la Fundación Pensar y que ya tuvo la experiencia de ser legislador por el PRO apadrinado por Gabriela Michetti.

Las distintas corrientes cegetistas se solazan con el joven ministro, de apenas 41 años, porque entienden que no avanzará en una reforma de la Ley de Asociaciones Sindicales, la norma que fija el sistema de representación gremial. Dicho en otras palabras, por su historia e idiosincrasia, no ven a Triaca beneficiando a la competidora directa de la CGT, que es la CTA.

En cambio, cavilan respecto a la actitud que tomará frente a la papa caliente del ajuste, un amenaza latente que podría activar el calendario de protestas a lo largo de próximo año y aún antes, si es que el nuevo gobierno no se avienen a pagar el aguinaldo de los estatales en diciembre.

Moyano testeó hace un par de meses a Triaca, cuando ya era un potencial ministro, durante una comida celebrada en la sede del gremio de los municipales. Fue parte del coqueteo del presidente de Independiente con el macrismo, que nunca se transformó en un apoyo explícito al todavía jefe de gobierno porteño.

En el entorno del camionero aún se reprochan no haber dado un pasito más, lo que, creen, le hubiera permitido negociar cargos y políticas desde una posición de mayor fuerza.  Aquella foto junto a Macri, durante el descubrimiento de un monumento a Perón, evidentemente no fue suficiente.

Tampoco alcanzó la jugadísima postura sindical a favor de una devaluación, como parte de un sinceramiento de la economía.  Fue una declaración a tono con el discurso macrista pero Moyano no quiso quedar tan pegado a pocos días del balotaje y entonces aclaró que esa era una postura histórica y no de ocasión.

Para los incrédulos, echó mano a un reportaje publicado el 17 de enero de 2000, que le hizo el autor de esta nota en el diario Página/12. «La solución es salir de la convertibilidad»,  fue el título-bomba que regaló el jefe de la CGT, seguro de que la ruptura de la paridad cambiara mejoraría la competitividad.

«En aquel momento -recordó la semana pasada Moyano, en una entrevista que Luis Novaresio le hizo en radio La Red- pasaban cosas que están pasando ahora. Nosotros no podíamos competir con las empresas internacionales, ni brasileñas ni chilenas ni ninguna. Acá nadie quiera hablar de la devaluación, nadie quiere hablar de nada. Y eso es peligroso porque nadie asume la realidad que vive nuestra economía. No es necesario ser técnico. Es la realidad».

Puertas adentro hubo reproches en la CGT por la magra cosecha, ya que haber comulgado con los economistas de Macri no redundó en lugares concretos para el sindicalismo en el organigrama del gobierno electo.

De hecho, no festejaron demasiado que a Geronimo Venegas le prometieran la devolución del Renatea porque el sindicalista ya militaba desde hace tiempo en Cambiemos.  Además, ese registro, que maneja onerosos fondos para combatir el trabajo en negro, terminó volviendo a manos de la UATRE por obra y gracia de la justicia y no del macrismo.

Eso sí, los hombres de la central obrera aspiraban al menos colar alguna ficha en Transporte, el ministerio que quedó en manos de Guillermo Dietrich. Pero hicieron agua.

El perfil liberal del gabinete macrista, donde proliferan CEO de multinacionales y cadenas privadas, le genera a Moyano la misma aprensión que la ascendente Patricia Bullrich,  designada en Seguridad.

Quince años después, muchos rememoran aquel cruce antológico que mantuvieron en el programa de Mariano Grondona, cuando «La Piba» lo acusó de «chorro» y «protegido de la dictadura» y el camionero le reprochó que «de joven ponía bombas, que estuvo con la izquierda y después con Menem» , además de aplicar «la flexibilización laboral» como funcionaria de la Alianza.

A los ojos del titular de la CGT, los antecedentes no dejan otra opción que mantener la guardia en alto, no sea cosa que algún movimiento del nuevo gobierno lo sorprenda.

  • Texto: Diego Schurman (Infonews)
  • Foto:
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